Este proyecto consistió en la renovación integral de un espacio cerrado para transformarlo en un ambiente abierto que combina salón y cocina. El objetivo era ganar amplitud y luminosidad, eliminando tabiques y unificando suelos, techos y acabados. Se optó por un estilo moderno con influencias nórdicas, empleando madera clara, paredes en blanco roto y detalles en negro para crear contraste.
La obra se llevó a cabo en 18 días, y participaron 4 personas: dos oficiales de albañilería, un carpintero especializado en mobiliario a medida y un técnico en instalaciones eléctricas e iluminación. El cliente deseaba un espacio cómodo, acogedor y funcional, especialmente pensado para reuniones familiares. Se instalaron electrodomésticos integrados, iluminación LED cálida y una isla central que actúa como punto de encuentro.